-No ha servido para nada…
-¿El qué? ¿Qué no sirvió para nada?- le preguntó la niña a su abuelo.
-Verás… te contaré algo que me ocurrió hace años.
-Cuenta, cuéntame que es lo qué te pasó, abuelo- le dijo la niña, mientras le acariciaba su áspera y arrugada cara.
-¡Ven, acércate! La niña asintió, acurrucándose entre sus brazos.
-Iba de vuelta a casa, acompañado por unas ignorantes ovejas y un inútil burro que tenía que arrástralo con una cuerda, ya que muchas ganas de caminar no tenía en esa noche. Y no se veía casi nada, si no fuera por la luna, que de vez en cuando, iluminaba mi camino. Tampoco no se oía nada, tan ni siquiera al búho cuya voz me mantenía despierto y tranquilo. Y, así iba yo por el bosque cuando, desde nada, en medio del camino, vi un niño desnudo y sucio, mirándome fijamente.
-¡¿Un niño en el bosque !? ¿Y en mitad de la noche?
-Si, hija mía, era un niño…
-Me acerqué a él y le pregunté qué hacía allí solo en medio del bosque y encima de noche. Pero, no me contestaba, solo me miraba, ignorando mis preguntas; y, fue entonces, cuando me di cuenta que este niño no era un niño como tal, sino algo que pertenecía a la oscuridad.
-Insistía mucho en qué yo lo dejará montar al burro; pero, cada vez que ese se acercaba, el pobre animal estaba muy agitado. Entonces, me acordé de mi padre… ¡Qué Dios lo tenga en su gloria! Me había contado, que en el bosque vivía un demonio que tomaba forma humana, y que vagabundeaba, en la mitad de noche, en busca de almas para su colección. Lo llamaban “el recolector de almas”. Pero, si te sé sincero, nunca le di crédito a lo que me contó hasta que yo mismo me lo encontré en el bosque. Y, créeme, qué es tan real como tú y yo.
– Me suplicaba, diciéndome: <<¡Por favor, por favor señor, tengo mucho frío y hambre! ¡Llévame con usted!>> Así que lo cogi en mis brazos, y sentí su rígido y frío cuerpo. Tenía mucho miedo, y quizás ese miedo fue lo qué me rescató, ya que, sin poder explicármelo, le dije: <<¡Déjame hacerte el signo de la cruz!>> Y, desapareció… Es cómo si se hubiera fundido con la mismísima oscuridad.
– Ya ves, ¡de nada le sirvió al demonio engañarme! Y, ¡hazme caso! Ni se te ocurra ir por el bosque, de noche, si no estás preparada para confrontarte a lo desconocido, ya que puede absorber tu alma, y nunca encontrarás la luz, sino que serás uno más de la oscuridad.
– La vida es un sin fin de incógnitas, hija mía. Y, si puedes ver más allá de las cosas, nada ni nadie pueda hacerse dueño de tu Luz.
Excelente.
Gracias por compartir.
Saludos.
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¡Gracias, a usted, por leerme! Un saludo.
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Da escalofríos leerlo, muy bueno…
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!Gracias! Un saludo.
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