Tropezar con la misma piedra, con la misma mierda, sin ni siquiera ocurrirte que hagas el mismo error desde siempre.
¡No confundas bondad con idiotez! Has ayudado, a tanta gente, una vez, dos veces, infinitas veces y esa misma gente que has ayudado, ahora te da la espalda. Para ellos, ¡ya no existes! Estás en la calle, en un rincón frío y solitario, rodeado de cartones y de miradas indiferentes que pasan a tu lado sin reconocerte. Tú cuerpo huele a vejez, a ese olor molesto y podrido que ni con uTropezar con la misma piedra
Tropezar con la misma piedra, con la misma mierda, sin ni siquiera ocurrirte que hagas el mismo error desde siempre.
¡No confundas bondad con idiotez! Has ayudado, a tanta gente, una vez, dos veces, infinitas veces y esa misma gente que has ayudado, ahora te da la espalda. Para ellos, ¡ya no existes! Estás en la calle, en un rincón frío y solitario, rodeado de cartones y de miradas indiferentes que pasan a tu lado sin reconocerte. Tú cuerpo huele a vejez, a ese olor molesto y podrido que ni con un buen Channel-de esos que antes utilizabas al diario- podría quitártelo de encima.
¡Mira tú ropa! Tan sucia y mugrienta… ¡Eso,sí! Un Armani, pero anticuado, sucio y de olor desagradable. ¿Alguna vez, pensaste que llegarías así? ¡Ya es tarde, querido mío! Eres solo un solitario vagabundo. Nadie te rescatará; ni siquiera los que una vez ayudaste y te adulaban más que a un rey. Defendías a los ricos con fervor; disfrutabas de la buena comida y vestías solo ropa de buena calidad; dormías entre sábanas egipcias y deleitabas tu lengua con vinos perfumados. Despreciabas mucho a los pobres, tanto que te daban asco.
Y, ¡aquí estás! Perdido, abandonado en la calle, saboreando lo que a ti una vez te daba asco: la pobreza.n buen Channel-de esos que antes utilizabas al diario- podría quitártelo de encima.
¡Mira tú ropa! Tan sucia y mugrienta… ¡Eso,sí! Un Armani, pero anticuado, sucio y de olor desagradable. ¿Alguna vez, pensaste que llegarías así? ¡Ya es tarde, querido mío! Eres solo un solitario vagabundo. Nadie te rescatará; ni siquiera los que una vez ayudaste y te adulaban más que a un rey. Defendías a los ricos con fervor; disfrutabas de la buena comida y vestías solo ropa de buena calidad; dormías entre sábanas egipcias y deleitabas tu lengua con vinos perfumados. Despreciabas mucho a los pobres, tanto que te daban asco.
Y, ¡aquí estás! Perdido, abandonado en la calle, saboreando lo que a ti una vez te daba asco: la pobreza.